jueves, 19 de diciembre de 2013

William Niño Araque: el novio eterno de Caracas




William Niño Araque:
El novio eterno de Caracas

"William Niño murió llevándose en la cabeza una Caracas habitable". Zapata


Él veía lo que otros no lograban ver. Era su curiosidad innata y esa mirada tan acuciosa lo que hacía que William Niño Araque revelara una Caracas que sus habitantes les sonaba desconocida. Su amor por lo estético, por la belleza, tan propia de su oficio de arquitecto, le confería esa sensibilidad para apreciar más allá del objeto. Por eso, como buen enamorado, siempre quiso mostrar el lado más hermoso de su ciudad. Sin obviar, claro está, las fallas que la carcomen.

“La curiosidad innata de William hizo que descubriera la ciudad de Caracas como su refugio favorito en el mundo”, comenta la urbanista María Isabel Peña. “Su amor por la buena arquitectura y por los personajes detrás de cada lugar y cada edificio, lo llevaron a ir más allá. Siempre fue un niño explorador… Logró ver lo que ya todos cansados no veíamos ni oíamos. Incluso, las sombras, lo oscuro. Recuerdo aquella pregunta que le hizo alguna vez Federico Vegas: A ver William ¿cuánto es que somos en Caracas? A lo que él respondió, luego de pensar un rato seriamente: ¿con o sin pájaros?”.

Era caraqueño nato. No “gocho” como algunos llegaron a creer. Nació en Caracas el 03 de marzo de 1954, en el seno de una familia oriunda de San Cristóbal. Eso si. Era el mayor de cuatro hermanos. Su apego a la familia lo mantuvo hasta el final, pues nunca rompió con la costumbre de almorzar religiosamente en casa. Esmeralda Niño recuerda que desde siempre quiso estudiar arquitectura, pues estaba muy unido al tema de las artes plástica. Su padre le fomentó ese interés y estimuló su curiosidad por recorrer la ciudad.



“Mi padre era comerciante y William lo acompañaba siempre en sus recorridos”, recuerda Esmeralda. “Ambos fueron a la inauguración del teleférico y le gustaba pasear por los mercados libres de Caracas”.  Esos paseos los evocaba William con tal entusiasmo entre sus amigos y colegas, que algunos piensan que esa fascinación por la ciudad viene desde la infancia. “Él siempre contaba esos paseos con su padre por el centro, hablaba sobre la fascinación que le producía las torres del Centro Simón Bolívar, el goce infinito de atravesar los túneles de la autopista de la Guaira y el gusto por los mercados del Cementerio y San Martín”.

Su capacidad de sorpresa no dejaba de impresionar al fotógrafo Vazco Szinetar. Esa facilidad para entender las ciudades y compartir esa mirada tan suya, que siempre resultaba ser una visión creativa del mundo urbano. “Andar por la calle con William era fascinante. Era hacer una revisión de la ciudad, por donde uno habitualmente va ensimismado. Era un ejercicio de conocimiento. Él se planteaba de manera espontánea conocer la ciudad. Le deba una mirada acuciosa, creativa... Para William, la ciudad era una tarea”.

Ese afán de hallar y ese curiosidad inquietante que lo caracterizaba, caminaba de la mano de una necesidad imperiosa por compartir aquello que descubría. De no quedárselo para sí. Lo que explica por qué se empeñó durante el tiempo que estuvo en la Galería de Arte Nacional y en la Fundación para la Cultura Urbana, a emprender proyectos de difusión. Fuesen exhibiciones, publicaciones, programas de radios o lo que su mente se atreviera a proponer para divulgar sus hallazgos y contagiar al resto de los mortales de aquello que lo apasionaba.

“William quería enamorar a todos del entusiasmo que le producían sus hallazgos sobre la belleza en la arquitectura, sobre la sabiduría de la naturaleza. De las señoras de Caracas en sus jardines, de las vistas tan insólitas que experimentó al sobrevolar nuestra ciudad o la comprensión integral de su país a través de álbumes de familia”, afirma Peña.

“El legado de William Niño Araque no es nada desdeñable”, agrega Marco Negrón. “En primer lugar hay un conjunto variado de libros sobre temas de ciudad, que aun no siendo todos de su autoría directa, si respondieron a su iniciativa y a su tenacidad para que se materializaran. Aparte, hay un conjunto de videos sobre el tema urbano, que vieron luz gracias a su iniciativa.  Y por último su labor museográfica, que hizo posible la realización de exposiciones sobre la obra de Tomas Sanabria, Jimmy Alcock, Cipriano Rodríguez y aquella titulada “1950:  el espíritu moderno”, que para muchos fue una revelación sobre un período en la historia del gusto venezolano no siempre valorado”.

Ya sea en un formato o en otro, William logró hacer lo que, a juicio de sus allegados, nunca había hecho nadie: mirar la ciudad integralmente. Primero entendió su naturaleza: los vientos, las cercanías con el mar, la frontera vegetal; luego explicó su condición moderna, sin nostalgias por el pasado armónico de “la ciudad que no fue” y, después, trató de encontrarle salidas a su fracaso actual. No en vano inventaría el concurso “100 ideas por la ciudad”.

Su pensamiento quedó plasmado en más de 230 artículos que publicó en el Diario El Nacional, desde finales de la década de los setenta. Hacer un compendio de sus mejores textos fue su gran anhelo. Pero los múltiples compromisos que asumió, por esa manía suya de no saber de decir que no, lo llevaron a postergarlo. “Todo lo que tenía que ver con él tendía siempre a desplazarlo, porque se comprometía con demasiadas cosas. Incluyendo su salud”, cuenta Esmeralda.

La muerte inesperadamente le llegó el 17 de diciembre de 2010, a la edad de 56 años.  La ciudad entera lloró la partida de quien fuera el “Novio de Caracas”. Sintió el pesar de perder a un amante honesto, apasionado y fiel. Creyente de que vivíamos en un lugar único por tener, en pleno centro, un jardín vertical de 85 mil hectáreas llamado Ávila. Pero convencido de que padecía de la incomprensión tanto de sus habitantes como de sus gobernantes.

Hoy, tres años de su partida, Caracas no lo olvida.

Mirelis Morales Tovar
@mi_mo_to

Foto principal:  Vazco Szinetar
Foto secuendario: Analitica.com


martes, 17 de diciembre de 2013

¿Qué diría El Libertador de su Mausoleo?




¿Qué diría El Libertador de su Mausoleo?

Al Mausoleo hay que ir. Y punto.

Que si lo hizo la quinta, la sexta. Farruco de mis dolores. No importa.  Hay que ir.

Luego con conocimiento de causa podrá decir si es una atrocidad, si  está acorde con nuestro tiempo, si es un templo digno de la naturaleza del personaje que reposa en su interior.

Yo fui. Era una tarea pendiente, pues luego de presenciar desde la vieja sede de la Cadena Capriles cómo se levantaba poco a poco ese edificio blanco, tenía la obligación de ver cómo había quedado.

Debo confesar que salí con sentimientos encontrados. Es cierto que es una estructura imponente. Pero me pregunto: ¿era necesario tanta ostentosidad? ¿valió la pena romper la armonía arquitectónica del Panteón Nacional? ¿Opacar una edificación que data de 1780?  Me dio la sensación de ser un gesto de prepotencia elevar un Mausoleo para decir “nosotros pasamos por aquí”.




El Libertador no creo que requiera a esta altura de tanta pleitesía. Ese hombre debe querer descansar en paz y que no usen su nombre en vano. Quienes han tenido la oportunidad de visitar la casa donde falleció El Libertador en Santa Marta (Colombia) pueden dar fe del respeto que se respira en ese lugar y en un espacio donde reina la austeridad, así como respeto hacia la historia.

Esa es mi impresión. Puede que usted tengo otra. Por eso insisto: al Mausoleo hay que ir.

Y luego, hablamos…

Mirelis Morales Tovar
@mi_mo_to

lunes, 9 de diciembre de 2013

Las cosas que le dejó 2013 a Caracas





Las cosas que le dejó 2013 a Caracas


No fue un año fácil. Estamos claros. Demasiada crisis económica nos hizo relegar a un segundo plano el tema de la inseguridad. Y eso es bastante decir. Pero como no estamos para seguir dándonos golpes de pechos (pues, ya tenemos suficientes), hagamos un recuento de las cosas que trajo 2013 a Caracas.  Verán que no fue tan malo. O, que al menos, algo nos dejó. Más allá de quejas y pesares.



1. El regreso del Festival Vive La Danza. El año pasado no se supo nada del Festival Viva Nebrada (ahora Festival Vive La Danza). Aún cuando se dijo que sería bianual. Así que su reaparición fue una gran noticia. Sobre todo, porque regresó recargado. Con nuevas propuestas y con una apuesta más ambiciosa que incluyó talleres, cine foros, entre otros. El evento creció y se profesionalizó. ¡Bravo por eso!





2. Cine Jardín en la Hacienda La Vega. No sé por qué a nadie se le ocurrió antes, pero nunca es tarde para concretar la idea de combinar el cine en un espacio tan hermoso como la Hacienda La Vega. Esa maravilla que bautizaron con el nombre Cine Jardín se la debemos a María Alejandra Vera y su equipo, quienes a raíz de la receptividad que recibieron se motivaron a crear el Club de Lectura PasalaHoja y el Club de Corredores del Oeste. ¡Aplausos!


3. Los Jueves de Bulevar de La Carlota. Ya el paseo La Carlota estaba de lo más bonito luego de la recuperación. Y cada vez más interesante con la cantidad de propuestas gastronómicas. Así que crear los Jueves de Bulevar era el paso siguiente para consolidar a la zona como una alternativa cultural para los vecinos.  Cada quince días se instalan en el corredor un grupo de pequeños emprendedores con sus productos y la gente tiene opción de degustar o comprar sus creaciones. 



4. Casa de Las Primeras Letras.  Está ubicada entre las esquinas Veroes a Jesuitas, para quienes no la conocen. Allí funcionó la primera escuela de Caracas donde dictó clases el maestro Simón Rodríguez. Y este año, reabrió sus puertas completamente restaurada. Cuenta con un espacio de lectura, un café, un anfiteatro y salas para reuniones comunitarias. Vale la pena darse una  vuelta y conocerla. Fue una ganancia para esta ciudad. 


5.  Domingo Alternativos en Petare. De las mejores cosas que nos dejó este año. Una iniciativa que emprendió el equipo de Fundalamas y que se hace con un cariño inmenso para mostrarle a los caraqueños que Petare tiene lo suyo. El primer domingo de cada mes, se ofrece una programación cultural que incluye teatro, exposiciones, música y arquituors con la intención de enamorar a los visitantes del Casco Histórico. Entonces, qué… ¿se anotan para el próximo?




6. Los viernes del Teatro Nacional. No basta con recuperar un espacio. También es necesario diseñar una buena programación para atraer al público y animarlos –en este caso- a visitar el Centro de Caracas. Por eso celebro que Fundarte haya promovido la idea de los Viernes en El Nacional, que está llevando buenas bandas a este espacio tan emblemático que data de 1905. La cita es a las 7:00pm y la entrada tiene un costo de Bs 20. 



7. Las bicicletas ganan espacio. Tanta persistencia comenzó a dar sus frutos. Mal que bien, los ciclistas ganaron más espacio y eso vale la pena reconocerlo. La creación de la primera ciclovía (mal hecha y todo) es un paso. Y marca el inicio de una carrera larga por ir tomando más espacios. Se hicieron notar con la particular protesta de ciclistas al desnudo y cada vez son más los colectivos que promueven la circulación en dos ruedas. ¿Quién quita que algún día tengamos estaciones de renta de bicicletas? Soñar, no cuesta nada. 





8. Urbanimia. Estas chicas (Adriana y Stefany) han sido uno de mis mejores descubrimientos de este año. Conocer su trabajo y ser parte de sus recorridos por Caracas ha sido una gran experiencia. Ellas se han cargado de redescubrir la ciudad, curucutear sus historias y mostrarnos otra visión de Caracas en cada ruta que se inventan. Son divertidísimas, súper aplicadas y un ejemplo de que Caracas todavía tiene dolientes.  





9. ¿Qué se extrañó? Hatillarte fue el gran ausente de este año. Una pena enorme, pues constituye el único evento cultural importante que tiene el municipio El Hatillo. Pero razones personales no permitieron a los organizadores darle continuidad a este proyecto. Lástima que a la municipalidad ni le importó. Pero confiamos que 2014 lo traiga de vuelta y repotenciado. 


10. ¿Qué esperaría de 2014? La llegada de nuevas autoridades pinta un escenario esperanzador. Ideas frescas. Mucho ímpetu. Buenas intenciones. Caras nuevas (otras no tanto). Espíritu de cambio podría traer el año nuevo. Ante eso, sólo queda decir AMÉN.

La ñapa.
11. La recuperación del Cine Aquiles Nazoa (antiguo Cine Urdaneta). ¡Cómo se me va a pasar este detalle! El cambio que experimentó este espacio es del cielo a la tierra. Sus días sexys quedaron atrás para convertirse en un espacio de cine alternativo para la comunidad de San Juan.




Mirelis Morales Tovar
@mi_mo_to