viernes, 25 de enero de 2013

Las cosas que me gusta hacer en Caracas



Caracas se vive en El Ávila

Alguna vez escuché que Caracas sería muy aburrida si no tuviéramos El Ávila. Y creo que no he escuchado nada más cierto que eso. Incluso, hasta fea sería. Pero como no hay mente caraqueña que soporte esa imagen desolada, mejor hablemos sobre las bondades de ese regalo que Dios le dio a esta ciudad.

Debo confesar que, hasta entonces, no era muy asidua a El Ávila. Iba cada vez que sentía culpa por tanto sedentarismo. Pero ahora que me he puesto de lo más aplicada y que debo subir la montaña como parte de mi entrenamiento, me impresiona todo lo que ofrece. ¡Qué maravillla, por Dios!


Cada paseo es diferente. Y en la medida que más te adentras a conocerlo, te das cuenta de que El Ávila no es sólo Sabas Nieves. Es más, mucho más que eso. "Vaya, ¿Y ahora es que te das cuenta?", pensarán los más duchos. Pues si. De verdad, que nunca me había atrevido a ir más allá. Creo que por miedo a perderme.


Llegar a Piedra del Indio, por ejemplo, fue un descubrimiento maravilloso. Qué vista tan hermosa de Caracas puedes ver desde allí. Claro, antes de disfrutar de esa estampa tendrán primero que calmar las piernas, porque llegarán temblando tras dos horas de caminata. ¡Ja! Pero bien vale la pena. 


El Banquito nos regala también una imagen maravillosa. Y sólo basta subir un poco más de la estación Sabas Nieves. Les aseguro que merece hacer el esfuerzo. Pero el mejor de los paseos, te lo ofrece caminar por el cortafuego. ¡Qué espectáculo! ¿Cómo se llega? Pues suben por San Bernardino y allí se encontrarán con un pasillo natural que conduce directo hasta la estación Chacaíto. 


El recorrido es perfecto porque van protegidos por la sombra de los árboles. Y con una vista de la ciudad, hermosísima. Aparte, va mucha gente los domingos. Así que se sentirán seguros y acompañados. 

Mi propósito es cumplir con ese anhelo de acampar una noche en El Ávila. Me siento una caraqueña incompleta. Y así no se puede vivir... Ya me darán sus recomendaciones los más duchos, porque eso si que tienen los asiduos a El Ávila. Son casi una hermandad. Fíjense al subir. Verá que todos se saludan, se piden permiso, están atentos ante cualquiera que se siente mal, se dan sugerencias sobre cuál ruta es mejor y cuando te ven con cara de cansada, te dicen: "Vamos, falta poco". 

Haga la prueba. Descubrirá que en las entrañas de El Ávila, se cultiva la ciudad ideal.

Mirelis Morales Tovar
@mi_mo_to